Selección de poemas
Aquella noche
cuando abrí la puerta
del cuarto de los abuelos
avisando
¡ya está la comida!
no pude pensar
no pude respirar
otra cosa
que no fuera la muerte.
En las tardes
mi abuela escogía el arroz
de alguna forma
lograba separar la invidencia
de todo lo demás
que se escurría
entre sus dedos.
Tan pronto como la vieja
entró a la panadería
pregonando
¡Mantequilla y leche en polvo!
reconocí a Martha
bibliotecaria retirada.
Y pasaron los segundos
y la fila avanzó
rápidamente
a través de sus palabras
que ya no citan a Pushkin
ni a Tolstoi
ahora solo repite
¡Mantequilla a veinte
leche en polvo a treinta!
En el desayuno
me estuve preguntando
cuánta estupidez
he consumido
en estos años.
Pero no alcanzaba
pensar en el pan
duro y seco
como la imagen de mi abuela
callada
frente a mí.
A veces una debe olvidarse
y masticar
día a día
hasta tragarlo
todo.
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