Ya es un hecho, en plena era de la información, del reinado de la imagen, de la cultura del videoclip, del audiovisual, de Internet, aquello a lo que solíamos llamar literatura ha cambiado. Algunos apocalípticos incluso creyeron que desaparecería: las letras monocromas y aburridas no podían competir con el atractivo de la imagen. No obstante, en lugar de eso, la literatura ha sabido ocupar nuevos espacios camaleónicamente.