A pocos días de la muerte del escritor uruguayo Mario Benedetti evocarlo es ejercitarse en el difícil arte de ponerlo a vivir nuevamente entre nosotros a través del lenguaje. Su paso por Cuba, en especial su relación con la Casa de las Américas, su participación como jurado en el Premio que lleva el mismo nombre y su impronta en la fundación del Centro de Investigaciones Literarias, su amistad con múltiples escritores e intelectuales cubanos, el recuerdo de sus recitales a través de sus poemas escuchados en su propia voz, se destacan especialmente en este homenaje que le dedica La Jiribilla.
 

Autor de una poética coherente y seductora, Ospina ha ido armando una tradición en la que mejor puede ser entendida su propia obra. Leer a William Ospina —desde sus poemarios y ensayos hasta las novelas Ursúa y El país de la canela, Premio Rómulo Gallegos 2009— implica también correr el riesgo de ser conquistado por su palabra. Y un riesgo adicional: el de hacernos nuevas preguntas sobre este mundo que habitamos y sobre nuestra forma de entenderlo.